Insensatez

La noticia de las nupcias del Chico de Sistemas me sorprendió. Me alegró, claro… pero más me sorprendió descubrir que realmente tenía novia.
Él siempre me pareció un chico común, tranquilo, incluso joven para casarse.

Sin conocer a su futura esposa, confió en mí la tarea de capturar las memorias de su gran día.

Cuando llegó el momento, todo ocurrió con una fluidez poco común en las bodas, aunque la Novia estaba tensa, ansiosa…

Solo cuando ambos se encontraron en el altar lo entendí todo.
En ese instante, supe que nunca había conocido al verdadero Chico de Sistemas.
Sus miradas mutuas tenían una luz que no había visto en ninguno de los dos,
como si, estando uno frente al otro, dejaran ver más de sí mismos.

Él, junto a su novia, lucía varonil, seguro, orgulloso… algo que sólo ella podía provocar.
Y Ella, en la morada de esos ojos llenos de amor, se liberó de toda tensión y nerviosismo, y dio rienda suelta a su dulzura y esencia.

No tuve más preguntas.
Tal vez fue insensatez de mis ojos por no comprender antes algo tan obvio:
cuando alguien nos mira con amor, el resto del mundo también empieza a ver una versión distinta de nosotros.
Más completa, más nítida, más posible.